Claudia Fiebig, Asoc. Pastoral
El tema de la procesión de Corpus Christi de éste año es "Las Obras Corporales de Misericordia." (La procesión se celebra el 29 de mayo, Día de la Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo.) Esta entrada del blog es una de las reflexiones de la procesión de éste año.
Nuestra lectura inicial o entendimiento de “alimentar al hambriento” es obvia, alimentar a la gente cubriendo su necesidad física de alimento. El alimento sustenta nuestros cuerpos para que podamos estar activos y seamos completamente discípulos de Jesús. La gente de nuestra parroquia, comunidad y en el mundo tiene hambre; muchos no pueden comprar comida para ellos o sus familiares, no tienen acceso a la comida o están privados de alimentos por causa de un liderazgo mal manejado de los gobiernos u opresión. La comida es una necesidad básica humana y nuestra conciencia y respuesta al hambre promueve la dignidad humana.
El hambre puede ser física o espiritual. Necesitamos alimentos físicos y espirituales. Buscamos satisfacer nuestra hambre de sabiduría, entendimiento, fortitud, paz, fe, esperanza, misericordia y amor. A través de la escritura sabemos que Jesús alimentó al hambriento y cubrió las necesidades espirituales de sus seguidores y los extraños. Los evangelios nos dice con quién y cuándo Jesús comió y evangelizó a la gente. Jesús dio de comer a 5000 con pan y pescados. El conoció a Mateo, el colector de impuestos y llamó a Zaqueo desde un árbol para compartir una comida con ellos en sus casas. Jesús visitó a María y Martha y les dio consuelo debido a la muerte de su hermano, Lázaro. El preparó desayuno para Pedro y los discípulos después de la resurrección. Estamos llamados a cubrir las necesidades físicas y espirituales de otros tal y como Jesús lo hizo en sus casas, en los campos o en la playa.
En la Última Cena, Jesús tomó el pan y el vino, bendijo el pan y vino y le dijo a sus discípulos, “hagan esto en conmemoración mía”. La Eucaristía es nuestro llamado a recibir el Cuerpo y la Sangre de Jesús y volvernos en lo que hemos recibido- ser el Cuerpo de Cristo en nuestro mundo. La Eucaristía es comida eterna, la comida eterna de nuestro viaje por la fe, la comida en dónde reconocemos a Jesús y respondemos al hambre de otros.
Cubrir las necesidades del hambriento es nuestro apostolado a otros. Las personas que cuidan a enfermos o moribundos, quizá no tengan la energía de ir de compras o cocinar. El anciano y el enfermo en casa aprecian las visitas y una comida. Un nacimiento es un acontecimiento hermoso para compartir comida y celebrar una nueva vida, y al mismo tiempo ayudando a los padres que poco pueden dormir con la llegada de un recién nacido. Una buena comida, acompañada con un corazón compasivo y oído generoso, alimenta y nutre el espíritu al igual que al cuerpo.
Otra forma de conocer el hambre es experimentándolo nosotros mismos. Vuelva a la practica de ayuno y abstinencia. Considera el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo como días de obligación y añade un día de ayuno a la semana durante el año. Al saltarnos una comida, experimentamos el hambre y podemos usar esos recursos para ayudar a alguien que necesite alimento.
Nuestra lectura inicial o entendimiento de “alimentar al hambriento” es obvia, alimentar a la gente cubriendo su necesidad física de alimento. El alimento sustenta nuestros cuerpos para que podamos estar activos y seamos completamente discípulos de Jesús. La gente de nuestra parroquia, comunidad y en el mundo tiene hambre; muchos no pueden comprar comida para ellos o sus familiares, no tienen acceso a la comida o están privados de alimentos por causa de un liderazgo mal manejado de los gobiernos u opresión. La comida es una necesidad básica humana y nuestra conciencia y respuesta al hambre promueve la dignidad humana.
El hambre puede ser física o espiritual. Necesitamos alimentos físicos y espirituales. Buscamos satisfacer nuestra hambre de sabiduría, entendimiento, fortitud, paz, fe, esperanza, misericordia y amor. A través de la escritura sabemos que Jesús alimentó al hambriento y cubrió las necesidades espirituales de sus seguidores y los extraños. Los evangelios nos dice con quién y cuándo Jesús comió y evangelizó a la gente. Jesús dio de comer a 5000 con pan y pescados. El conoció a Mateo, el colector de impuestos y llamó a Zaqueo desde un árbol para compartir una comida con ellos en sus casas. Jesús visitó a María y Martha y les dio consuelo debido a la muerte de su hermano, Lázaro. El preparó desayuno para Pedro y los discípulos después de la resurrección. Estamos llamados a cubrir las necesidades físicas y espirituales de otros tal y como Jesús lo hizo en sus casas, en los campos o en la playa.
En la Última Cena, Jesús tomó el pan y el vino, bendijo el pan y vino y le dijo a sus discípulos, “hagan esto en conmemoración mía”. La Eucaristía es nuestro llamado a recibir el Cuerpo y la Sangre de Jesús y volvernos en lo que hemos recibido- ser el Cuerpo de Cristo en nuestro mundo. La Eucaristía es comida eterna, la comida eterna de nuestro viaje por la fe, la comida en dónde reconocemos a Jesús y respondemos al hambre de otros.
Cubrir las necesidades del hambriento es nuestro apostolado a otros. Las personas que cuidan a enfermos o moribundos, quizá no tengan la energía de ir de compras o cocinar. El anciano y el enfermo en casa aprecian las visitas y una comida. Un nacimiento es un acontecimiento hermoso para compartir comida y celebrar una nueva vida, y al mismo tiempo ayudando a los padres que poco pueden dormir con la llegada de un recién nacido. Una buena comida, acompañada con un corazón compasivo y oído generoso, alimenta y nutre el espíritu al igual que al cuerpo.
Otra forma de conocer el hambre es experimentándolo nosotros mismos. Vuelva a la practica de ayuno y abstinencia. Considera el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo como días de obligación y añade un día de ayuno a la semana durante el año. Al saltarnos una comida, experimentamos el hambre y podemos usar esos recursos para ayudar a alguien que necesite alimento.
- Que veamos la cara de Jesús en todos los que tienen hambre, y les proveamos comida adecuada y de calidad.
- Que ayudemos a todos lo que tienen hambre en su mente, cuerpo o espíritu por medio de nuestras oraciones y acciones.
- Que tengamos hambre de continuar el trabajo de Jesús y convertirnos en el Cuerpo de Cristo para otros.
- Que desviemos nuestra atención del hambre que satisface al cuerpo y la enfoquemos en el hambre por la verdad, la vida y el amon.
- Que todos los aquí reunidos hoy, tengamos hambre del Pan que viene del cielo y sed de las Palabras de Vida Eterna.